CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 7 de febrero de 2014

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE: DIEZ INSTANTANEAS (I)


PRESENTACIÓN


Estas entradas se han publicado en forma de artículo en la revista cultural Turia nº 108

No es tarea fácil resumir en unas pocas entradas la ciclópea obra del profesor Eloy Fernández Clemente y su intensa vida. Una vida que él mismo está radiografiando con mirada de historiador -¿autohistoriografía?- en sus libros de memorias (hasta la fecha ha publicado, El recuerdo que somos. Memorias (1942-1972) y Los años de Andalán. Memorias (1972-1987)), en las que aprovecha su peripecia vital como hilo conductor para analizar la evolución de la sociedad española y aragonesa desde el franquismo hasta finales de los ochenta, a falta de una tercera entrega, en la que anticipa tratará lo relativo a su actitud ante el hecho religioso, a Teruel y sus gentes, a sus viajes por Europa y las Américas, a Portugal, a Joaquín Costa, al aragonesismo en sus múltiples facetas.
Las Memorias de Eloy –como dijo su entrañable amigo José Antonio Labordeta: “su gran personalidad en el campo de la Cultura hace que todos hablemos de Eloy, sin más”- construyen el gran mosaico de la Historia con las teselas de las historias menudas de mucha gente (familiares, vecinos, compañeros, alumnos, amigos, etc.); de esta forma, la tiránica rigidez de aquella, da paso a un proceso de recuperación del pasado en forma de recuerdos y relaciones personales, pero que tienen igual o mayor valor documental, en la medida en que presentan perspectivas múltiples y variadas, a las que el lector puede sumarse en función de su conocimiento de los hechos y de las personas citadas. Son una crónica generacional, sin duda, un gran fresco social, político, literario, cinematográfico, etc., pero también sentimental y personal de cincuenta intensos años de vida.
Eloy recurre a su correspondencia, diarios, libros, artículos, folletos, etc., y nos muestra sus esperanzas y frustraciones, sus errores y aciertos, sus firmezas y flaquezas, sus dificultades y  sacrificios; su lucha tenaz, su tozudez aragonesa, su rasmia, su compromiso personal y también generacional por conseguir un mundo más justo, igualitario y libre, un estado de bienestar que en el tiempo presente observa cómo se desmorona de forma precipitada “en esta hora de crisis económica, y sobre todo social, moral, política, a la que cuando escribo no se ve siquiera una salida, hundida España por la ambición y malas prácticas bancarias y políticas, las corrupciones, los grandes robos de guante blanco, las enormes mentiras y, sobre todo, la desvergonzada vuelta de tuerca hacia fórmulas escasamente democráticas y cruelmente egoístas por parte de quienes gobiernan el Estado y el Capital”.
Son varias las obras que se ocupan de su biografía y su trayectoria profesional: el magnífico libro, coordinado por el profesor Pedro Rújula, Eloy Fernández Clemente. El tiempo y la historia (Zaragoza, Ayuntamiento de Andorra y Centros de Estudios Locales, 2010), en el que un grupo de profesionales y expertos de la historia, el periodismo, la economía y la cultura; paisanos, compañeros de profesión, discípulos, etc., en definitiva, amigos todos, plantean una mirada poliédrica de su figura y presentan su particular visión de cada una de las diferentes facetas de actividad –y son muchas- de las que se ha ocupado este estajanovista de la cultura. O el más ligero, pero con una muy buena apoyatura gráfica, Eloy Fernández Clemente, Aragón de todas formas (“Cuadernos comarcanos nº 4”, Zaragoza, CELAN, 2010), donde Josefina Lerma y Javier Alquézar trazan una sintética biografía, salpimentada con tan breves como significativos textos del polígrafo. En otras, sin ser el protagonista, caso de Querido Labordeta (Barcelona, Ediciones B, 2012), de Joaquín Carbonell, se convierte en un secundario de lujo. De todos ellos, en mayor o menor medida, es deudor este trabajo, por lo que recomendamos al amable lector interesado por su irresistible personalidad acuda a su lectura.

Nuestra pretensión -¿atrevimiento?- en estas entradas (diez, que serán once, o tal vez más) ha sido la de utilizar anécdotas de diferentes etapas de su vida, tomadas de sus Memorias, para construir con ellas una semblanza desenfadada –en modo alguno frívola-, y mostrar algunos aspectos quizá menos conocidos de su forma de ser (cristiano en perpetuo conflicto, ávido jugador de guiñote, apasionado cinéfilo rayano en la mitomanía, coleccionista de amigos increíbles, etc.) y de su trayectoria vital y profesional (locutor de radio todoterreno, actor improvisado, sindicalista, etc.) ocultos bajo la inmensa sombra de aquellos otros más estudiados (profesor, periodista, investigador, activista cultural, hombre público, etc.), a los que aludiremos, pero de una forma más secundaria.
Como regalo, para abrir boca, el profesor me -nos- regala la siguiente anécdota que vivió recientemente en las calles de Teruel: "yendo por el Torico, Pizarro, que se para con todo el mundo, me presentó al obispo, que me dijo había sido alumno mío en Económicas. Yo, somarda, le hice una pregunta que hago en esos casos: ¿Y no me guardas rencor? Sonriendo dijo que no, en absoluto, y que se alegraba de verme. Ya ves, Don Camilo y Peppone" Magnífica, Eloy en estado puro. 

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