CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

lunes, 24 de noviembre de 2014

RESEÑA DE "EL TETRAPLÉJICO", DE CARLOS PAJUELO DE ARCOS.

UNA TRAMA RUSA O EL MACGUFFIN PAJUELO
        

           Las novelas del escritor y periodista Carlos Pajuelo de Arcos, como el cine de Hitchcock, utilizan siempre un macguffin en su trama para terminar contándonos otra u otras cosas. ¿Qué fue del dinero robado por Janet Leigh en Psicósis, del microfilm de Con la muerte en los talones o del uranio de Encadenados? Nunca más se supo, tan sólo eran excusas argumentales de carácter flexible (se pueden intercambiar al gusto de unas películas a otras y daría absolutamente igual) para narrar una historia.
         En su última novela, El tetrapléjico, Carlos Pajuelo esbozará el macguffin de una compleja “trama rusa bancaria” para envolver de misterio la cotidianeidad de sus protagonistas, un tan prosaico matrimonio como anticipan sus propios nombres de pila, Cirilo Bonacasa Ferro y Facunda Malpie Trenza -¡ah, los nombres!, siempre tan importantes en la escritura de Pajuelo-, agotado por la rutina y el tedio del monótono discurrir diario, fatalmente interrumpido por un absurdo accidente doméstico: Cirilo se cae de una escalera, o mejor dicho, lo tira el perro de su mujer, cuando estaba poniendo un ventilador en su cuarto. A partir de ese momento, asistimos de la mano de sus hijos, Uma y Santiago, y de los propios recuerdos del ya tetrapléjico Cirilo, al descubrimiento de la existencia de una vida anterior y paralela del mismo ignota para todos ellos, incluida la mujer. De esta forma, tras la cortina de un mundo aparentemente rutinario, se esconde otro lleno de secretos, que da paso a la dialéctica apariencia/realidad, al particular macguffin narrativo de Pajuelo.
         El tetrapléjico tiene pues ese carácter de crónica familiar, tendente siempre hacia lo social y hacia la comprensión -como mínimo, exposición- de una época, la que nos ha tocado vivir. El registro familiar, el sermo humilis, es parte de la herencia de la tradición realista de la novela decimonónica; es esa poética que coloca a la novela en la zona de frontera con la crónica, con el periodismo e, incluso, con la historia del presente, y es aquí donde nuestro novelista se mueve como pez en el agua –no olvidemos su condición de prolífico columnista de opinión y bloguero-. Así, con su estilo conversacional como medio de expresión y  con la familia como objeto de análisis, Pajuelo nos plantea la complejidad de la vida y de las relaciones humanas, y nos muestra su particular visión del mundo, un tanto -más bien un mucho- paradójica, pues nunca antes en la historia de la humanidad se ha estado tan intercomunicados (Facebook, Twitter, whatsapp, etc.) para estar tan solos, solos como su tetrapléjico protagonista, siempre rodeado de gente pero absolutamente solo, solo con sus pensamientos en los que se confunden realidad y ficción, presente y pasado, incapaz de comunicarse con nadie. En última instancia, El tetrapléjico  es una historia de incomunicación, individual y colectiva.
         En definitiva, para Carlos Pajuelo contar la vida de un hombre o de una mujer dentro del seno familiar supone adentrarse en las vidas de quienes lo rodean (por muy simples que sean las pinceladas) y en consecuencia, dado que todo el mundo es producto o está inserto en su ámbito social e histórico, el relato de esta vida terminará deviniendo hacia lo colectivo y su crónica. En suma, tratar el tema de la familia, gracias a los individuos que la componen, le permite hablar de la pluralidad de sus vidas y, con ellas, de la Vida con mayúscula, mediante agudas reflexiones sobre la realidad contemporánea -los bancos, los banqueros y bancarios; los médicos y la sanidad española; los problemas del mundo globalizado, la informática y los hackers, etc.-, expuestas con un humor entre fino y socarrón, en ocasiones, incluso, si me permiten el adjetivo aragonés, somarda. De hecho, Carlos Pajuelo no se corta e intercala numerosos artículos de opinión bajo la autoría de Uma, la hija periodista de Cirilo, convirtiendo de esta forma su novela en un cajón de sastre, donde todo tiene cabida, pero esto no es algo novedoso en su narrativa, sino una más de las constantes de su forma de novelar.

CARLOS PAJUELO DE ARCOS, El tetrapléjico, Valencia, C.P.A, 2014.
          


viernes, 14 de noviembre de 2014

RESEÑA DE "EL GRAN FRÍO", DE ROSA RIBAS Y SABINE HOFMANN

FRÍO EN EL MAESTRAZGO



         Febrero de 1956 fue un mes excepcional por sus grandes nevadas, por las temperaturas mínimas que se alcanzaron y, sobre todo, por la persistencia y duración del intenso frío que provocó unas heladas sin precedentes en nuestra historia reciente; fue lo que dio en llamarse “el gran frío”, denominación que toman Rosa Ribas y Sabine Hoffmann como título para su última novela, la segunda entrega de la serie protagonizada por la periodista Ana Martí, tras Don de lenguas (Premio Novelpol 2013 y finalista del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón 2014; publicada en Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Turquía).
           
Ana Martí es una mujer valiente, inquieta e independiente (el personaje está inspirado de alguna manera en una de las pioneras del periodismo español como fue Margarita Landi, pero si esta fue de derechas, aquella pertenece a una familia de izquierdas), que quiere ganarse la vida siguiendo los pasos de su padre como periodista, profesión siempre complicada, pero más todavía para una mujer en la España católica y machista a marchamartillo de los años cincuenta. Si en Don de lenguas, una novela negra ambientada en Barcelona, trabajaba para La Vanguardia y se movía entre la alta burguesía catalana, en esta ocasión lo hace como reportera de sucesos del periódico sensacionalista El Caso e investiga el misterio de Isabelita, una niña de un pueblo imaginario del Maestrazgo turolense, Las Torres -se mencionan otros reales como Tronchón o Cantavieja-, que presenta en su cuerpo los estigmas de la Pasión, punta del iceberg de toda una serie de asesinatos que deberá resolver, en esta ocasión sin la valiosa ayuda de su particular Watson -tan importante en la novela anterior-, su prima Beatriz Noguer, filóloga y profesora universitaria represaliada.
         Como se anticipa en el título, junto con Ana, el verdadero protagonista de la historia es el frío, un frío real, que convierte el pueblo serrano en una isla claustrofóbica y hostil regida por leyes feudales, y también simbólico en todos sus órdenes: político, social y religioso. Es el frío de la censura franquista; el frío represivo del somatén y de la guardia civil en su lucha despiadada contra el maquis; el frío de la soledad de la mujer, sometida al marido; el frío del silencio cómplice con la injusticia; el frío de la ignorancia y de la superstición de una población empobrecida y dependiente, dominada por el miedo y el fanatismo religioso, que convierte a Ana en un enemigo del pueblo, etc.
         A diferencia de la anterior, más coral en su juego narrativo, El gran frío -quizá con el fin de abundar en la soledad y el aislamiento-, presenta tan solo dos voces narrativas: una en primera persona perteneciente al pensamiento de un joven disminuido psíquico y otra en tercera omnisciente que sigue a la protagonista. El estilo es sencillo, sin alardes, pero eficaz. Los personajes, sin grandes honduras psicológicas, tienen matices, están bien construidos y cumplen con su función a la perfección. Pero lo más destacado de la novela es su impecable documentación -canciones, películas, libros, personajes históricos, etc.-, bien dosificada, con la que ambienta los hechos en la España de la época con verosimilitud, pero sin lastrar en ningún momento la narración.
         Con estos mimbres, las cuatro manos de Ribas y Hoffmann –complicado trabajo de coordinación- construyen un marco inicial de cuento que pronto deviene en pesadilla de atmósfera densa y extraña que gradualmente se transforma en opresiva y malsana, poblada por niños que cantan una perturbadora canción y por unos adultos de conductas no menos inquietantes. La nieve, ese blanco manto helado que todo lo cubre, esconde bajo su pureza virginal el rojo de la sangre de las niñas asesinadas y el negro de la podredumbre de una sociedad cobarde y miserable.
            Bajo su aspecto de  relato policial, El gran frío es una demoledora crítica contra la sociedad española de los años cincuenta, pero también contra los vestigios que, aunque parezca increíble, sesenta años después, todavía siguen presentes en la nuestra relativos a la desigualdad de la mujer, con su goteo continuo de víctimas inocentes, consecuencia de anacrónicos prejuicios, leyes injustas o fanatismos religiosos todavía no superados.
         El gran frío es, en definitiva, un thriller  bien escrito y muy recomendable por su amena lectura y profundidad crítica que, como poco, les entretendrá y, tal vez, les haga pensar.


Rosa RIBAS y Sabine HOFMANN, El gran frío, Madrid, Siruela, 2014, 320 pp.

sábado, 8 de noviembre de 2014

RESEÑA DE "UN MUNDO DE ALAMBRADAS.DESPLAZADOS: CINE Y REALIDAD", DE FRANCISCO JAVIER MILLÁN.

EN BUSCA DEL PARAÍSO. GENTES DE NINGÚN LUGAR.

  

El periodista afincado en Teruel, Francisco Javier Millán, fiel a su cita con el Festival Internacional de Cine Guanajuato GIFF, en México, de cuyo Consejo Consultivo es miembro, nos presenta su obra Un mundo de alambradas. Desplazados: cine y realidad, editado por el mismo Festival, con la colaboración del Gobierno del Estado de Guanajuato, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) y la Fundación Expresión En Corto. Se trata de un riguroso ensayo, que como todos sus anteriores, aúna rigor científico, fluida escritura, amenidad y, sobre todo –verdadera seña de identidad de los escritos de  Millán-, compromiso social, en el que nos invita a conocer cómo el cine ha tratado el tema de los desplazados a lo largo de la historia con la finalidad de abrir una reflexión, personal y colectiva, sobre cómo se puede encarar el problema en la sociedad actual.
  
El libro, magníficamente editado, presenta un apoyo gráfico valioso consistente en fotogramas extraídos de algunas de las películas comentadas, y cuenta además con la participación del fotógrafo francés, afincado en México, Philippe Perrin, quien además de la portada, ilustra el inicio de cada capítulo con fotografías alegóricas a la soledad y los desplazados, pertenecientes a la serie Lejano adentro, exhibida en diferentes salas de exposiciones.
   En su estudio, Millán utiliza el termino “desplazado” en el más amplio sentido de la palabra y comprende desde aquellas personas que huyen por las guerras y persecuciones de toda índole -políticas, ideológicas, étnicas o religiosas-, hasta quienes se ven afectados por todo tipo de catástrofes naturales, pero también se refiere con él a todos aquellos que se marchan del campo a la ciudad dentro de su mismo país, e incluso a los afectados por el fenómeno contrario, mucho más reciente en las sociedades desarrolladas, de regreso al medio rural, como intento de garantizarse un medio de vida más humano.
   Javier Millán va de lo local a lo universal, desde lo próximo e inmediato, su tierra –Teruel-, al mundo globalizado en el que vivimos. Los primeros capítulos están dedicados a analizar cómo el desplazamiento forzado de las personas ha estado siempre presente en la historia de la humanidad, y de qué manera las religiones, o el uso manipulador de las mismas, contribuyen a ello. En este sentido, se nos recuerda que Adán y Eva podrían ser considerados como los primeros desplazados de la humanidad.
   Millán conoce Teruel y su provincia a la perfección, no en vano reside y trabaja en ella desde hace ya más de 20 años. Por desgracia, él sabe bien que se trata de un territorio que ha conocido en el último siglo el drama de los desplazados, primero durante la guerra civil española y después debido a la emigración por causas económicas, que ha situado a este territorio entre los más despoblados del continente europeo, por lo que se convierte en un magnífico microcosmos del problema planteado que le sirve al autor como punto de partida, para desde lo próximo extender sus observaciones al resto del mundo. De igual forma, la mirada cinéfila de Millán abarca desde la filmografía del calandino universal, Luis Buñuel, del que es uno de los mayores expertos, hasta directores de las cinematografías más recónditas y desconocidas del resto del planeta, en un alarde de ejemplificación tan exhaustivo como agudo en su análisis.
   A continuación se abordan algunos conflictos bélicos del siglo XX –Segunda Guerra Mundial (con especial atención a Polonia y al holocausto judío), Guerra Civil española,  Revolución Mexicana, antigua Yugoslavia  y los todavía no resueltos problemas del pueblo Kurdo, Palestina, Afganistán, Siria, etc., marcados todos ellos por grandes desplazamientos de personas.
   Prosigue estudiando los fenómenos migratorios y sus causas (tanto políticas, como sociales, económicas etc.), y los refugiados medioambientales debidos a fenómenos de todo tipo, analizando en profundidad el fundamento final de todos ellos: el cambio climático.
   Por último, se observa el fenómeno de los desplazamientos forzados en América Latina desde diferentes ángulos, tanto los causados por los conflictos armados (golpes de estado de Chile y Argentina, y sus consecuencias de represión y exilio) y las desigualdades sociales, como los que son por motivos políticos (balseros cubanos, entre otros) o por la violencia de la delincuencia organizada y el narcotráfico.
   Un mundo de alambradas es una propuesta tan interesante como comprometida que, como hemos anticipado, a pesar de que son cientos las películas comentadas y analizadas, no se queda en modo alguno en la mera erudición, sino que denuncia el problema y obliga al lector a pensar soluciones en aras de mejorar nuestro mundo.


FRANCISCO JAVIER MILLÁN, Un mundo de alambradas. Desplazados: cine y realidad, León, Festival de Cine de Guanajuato, 2014.