CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 14 de noviembre de 2014

RESEÑA DE "EL GRAN FRÍO", DE ROSA RIBAS Y SABINE HOFMANN

FRÍO EN EL MAESTRAZGO



         Febrero de 1956 fue un mes excepcional por sus grandes nevadas, por las temperaturas mínimas que se alcanzaron y, sobre todo, por la persistencia y duración del intenso frío que provocó unas heladas sin precedentes en nuestra historia reciente; fue lo que dio en llamarse “el gran frío”, denominación que toman Rosa Ribas y Sabine Hoffmann como título para su última novela, la segunda entrega de la serie protagonizada por la periodista Ana Martí, tras Don de lenguas (Premio Novelpol 2013 y finalista del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón 2014; publicada en Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Turquía).
           
Ana Martí es una mujer valiente, inquieta e independiente (el personaje está inspirado de alguna manera en una de las pioneras del periodismo español como fue Margarita Landi, pero si esta fue de derechas, aquella pertenece a una familia de izquierdas), que quiere ganarse la vida siguiendo los pasos de su padre como periodista, profesión siempre complicada, pero más todavía para una mujer en la España católica y machista a marchamartillo de los años cincuenta. Si en Don de lenguas, una novela negra ambientada en Barcelona, trabajaba para La Vanguardia y se movía entre la alta burguesía catalana, en esta ocasión lo hace como reportera de sucesos del periódico sensacionalista El Caso e investiga el misterio de Isabelita, una niña de un pueblo imaginario del Maestrazgo turolense, Las Torres -se mencionan otros reales como Tronchón o Cantavieja-, que presenta en su cuerpo los estigmas de la Pasión, punta del iceberg de toda una serie de asesinatos que deberá resolver, en esta ocasión sin la valiosa ayuda de su particular Watson -tan importante en la novela anterior-, su prima Beatriz Noguer, filóloga y profesora universitaria represaliada.
         Como se anticipa en el título, junto con Ana, el verdadero protagonista de la historia es el frío, un frío real, que convierte el pueblo serrano en una isla claustrofóbica y hostil regida por leyes feudales, y también simbólico en todos sus órdenes: político, social y religioso. Es el frío de la censura franquista; el frío represivo del somatén y de la guardia civil en su lucha despiadada contra el maquis; el frío de la soledad de la mujer, sometida al marido; el frío del silencio cómplice con la injusticia; el frío de la ignorancia y de la superstición de una población empobrecida y dependiente, dominada por el miedo y el fanatismo religioso, que convierte a Ana en un enemigo del pueblo, etc.
         A diferencia de la anterior, más coral en su juego narrativo, El gran frío -quizá con el fin de abundar en la soledad y el aislamiento-, presenta tan solo dos voces narrativas: una en primera persona perteneciente al pensamiento de un joven disminuido psíquico y otra en tercera omnisciente que sigue a la protagonista. El estilo es sencillo, sin alardes, pero eficaz. Los personajes, sin grandes honduras psicológicas, tienen matices, están bien construidos y cumplen con su función a la perfección. Pero lo más destacado de la novela es su impecable documentación -canciones, películas, libros, personajes históricos, etc.-, bien dosificada, con la que ambienta los hechos en la España de la época con verosimilitud, pero sin lastrar en ningún momento la narración.
         Con estos mimbres, las cuatro manos de Ribas y Hoffmann –complicado trabajo de coordinación- construyen un marco inicial de cuento que pronto deviene en pesadilla de atmósfera densa y extraña que gradualmente se transforma en opresiva y malsana, poblada por niños que cantan una perturbadora canción y por unos adultos de conductas no menos inquietantes. La nieve, ese blanco manto helado que todo lo cubre, esconde bajo su pureza virginal el rojo de la sangre de las niñas asesinadas y el negro de la podredumbre de una sociedad cobarde y miserable.
            Bajo su aspecto de  relato policial, El gran frío es una demoledora crítica contra la sociedad española de los años cincuenta, pero también contra los vestigios que, aunque parezca increíble, sesenta años después, todavía siguen presentes en la nuestra relativos a la desigualdad de la mujer, con su goteo continuo de víctimas inocentes, consecuencia de anacrónicos prejuicios, leyes injustas o fanatismos religiosos todavía no superados.
         El gran frío es, en definitiva, un thriller  bien escrito y muy recomendable por su amena lectura y profundidad crítica que, como poco, les entretendrá y, tal vez, les haga pensar.


Rosa RIBAS y Sabine HOFMANN, El gran frío, Madrid, Siruela, 2014, 320 pp.

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