CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 12 de noviembre de 2016

NICANOR VILLALTA PELICULERO (IV)

Teruel
 TOMADA DEL LIBRO DE ANICETO BLASCO LAGUÍA,
Plaza de Toros de Teruel. 75º aniversario 1935-2010,
 Teruel, Aragón Vivo, 2010.

Nicanor Villalta toreó en ocho ocasiones en Teruel -1922, 1923, dos en 1926, 1928, 1929 y dos de nuevo en 1935[1]-. De hecho, clausuró la plaza vieja de Teruel, cuando el 30 de mayo de 1929, festividad de San Fernando, tuvo lugar la última corrida, la tradicional de las ferias, y también inauguró la nueva plaza, en ese mismo día pero de 1935, con toros de doña María Montalvo, en compañía de los diestros, Fermín Espinosa, “Armillita Chico”, y Domingo Ortega, mató el primer toro llamado “Calamar”, al que le cortó las dos orejas, después de una gran faena, rematada con una estocada de las suyas.


       

De su contacto con la capital de su provincia, dejó las siguientes impresiones en sus Memorias:


“El día 31 me fui a Teruel con dos días de anticipación al que tenía que torear para conocer la ciudad de la que tanto me habían hablado. Me hospedé, como la vez anterior, en el hotel Aragón que estaba al final de la escalinata de la estación, desde donde se dominaba una gran explanada para recreo de la vista.
En la ciudad hay sitios y cosas que admirar con deleite por sus bellezas y valor, y en la placita del Torico, con sus soportales, hay en el centro un pedestal con un toro de bronce que contemplé con simpatía y admiración, y sin que averiguara lo que representaba me dije: “Sí, es el poderío y virtudes de los hijos de Aragón.
Al pasear por calles y arrabales quedé admirado de contemplar la Naturaleza, y así como existen maravillas al descubierto, las hay casi sin conocer y son tan inmensas que queda uno extasiado en capitales y pueblos de España. Admiré las torres de Teruel, que debían ser tan famosas como sus ‘Amantes’ por ser inigualables dentro del mudéjar, de las que ha dicho el Marqués de Lozoya en su Historia del Arte Hispánico: ‘si tuviéramos que señalar un conjunto arquitectónico para compendio y blasón de la Ëspaña medieval, cristiana y mora, nos decidiríamos, sin duda, por las torres de Teruel. Así la de San Martín, construida en el XIII y en cuya decoración exterior se agotan todas las invenciones moriscas de aquellos entrelazados, cenefas y redes de rombos, siendo la más interesante la prolija y sabia aplicación de la cerámica vidriada.’
De iguales épocas y traza es la gemela torre de San Salvador, más bella aún y mejor emplazada que la de San Martín. Con respecto a la torre de San Martín tengo que recordar la leyenda que se le atribuye: romántica, de amor y trágica, como lo es también la otra leyenda turolense: la de los amantes. Se dice que los dos arquitectos árabes se disputaban entre sí la mano de la princesa mora. Se estableció entre ellos un segundo duelo. Construirían dos torres iguales y el que mejor la hiciera se casaría con la hija del rey. Uno de los pretendientes hizo la torre de San Salvador. El otro construyó la de San Martín, enteramente igual a la primera pero torcida. En su desesperación se mató tirándose desde todo lo alto.
Lo que verdaderamente da tono romántico a Teruel es la otra leyenda que constituye una de la más bellas páginas de amor del mundo: Isabel de Segura y Diego de Marcilla.”



[1] Aniceto Blasco Laguía, De toros… Y de toreros de Teruel, Teruel, Gráficas Teruel, 2003, pág.21.

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