CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 9 de diciembre de 2017

RESEÑA DE LA LUNA EN LAS MINAS, DE ROSA RIVAS




UN HOMBRE LOBO EN EL MAESTRAZGO


 Reseña publicada en la REVISTA TURIA NÚM. 124

Que viene el lobo… Caperucita y el lobo….Los tres cerditos y el lobo…Los siete cabritillos y el lobo… Un lobo hombre en París…Un lobo en el Maestrazgo… Un hombre en una mina… Un emigrante en Alemania… La luna en las minas, la última novela de la escritora catalana -alemana de residencia, adoptiva del Maestrazgo, ciudadana del mundo-, Rosa Ribas, premiada con el Galardón Letras del Mediterráneo 2017, nos cuenta la historia, entre fantástica y real, de “Joaquín”, un hombre sobre el que pesa una maldición que desde niño le obliga a vivir en soledad, sin familia, sin amigos, sin amor, en perpetua huída por ser diferente. Su abuela (en realidad no es su abuela, es una anciana a la que se lo encomiendan) se ocupa de él y de que no haga daño a nadie, pero cuando ella muere el joven comprende que no podrá evitar matar a cuantos quiere. Así que decide huir y emigrar a Alemania para trabajar en el turno de noche de una profunda mina, donde confía estar a salvo de su inexorable destino.

Los relatos protagonizados por hombres lobo, como cualquier otro tipo de monstruo (lo bello aspira a ser sublime y universal, lo monstruoso está relacionado al presente y a la reacción violenta ante lo otro, lo diferente. Esos “otros cuerpos” que ofenden y deben ser corregidos o marginados), son por lo general piezas literarias cercanas al género fantástico, a la categoría de lo extra-ordinario o de lo sobre-natural, que en la mayoría de los casos se usan como pretextos para elaborar sistemas simbólicos/morales –pensemos, por ejemplo, en El lobo estepario, de Herman Hesse- y paradojas religiosas o político-sociales, como es este caso. Ribas urde una novela alegórica con dos planos de lectura interrelacionados, fantástico y real, aquel protagonizado por un licántropo, este por un emigrante que debe abandonar su tierra para tratar de buscar solución a su problema o por lo menos dominarlo: educado por la abuela sabe que puede controlar a la bestia que lleva dentro y que no sea ella la que termine imponiendo su voluntad de matar; sabe que la razón debe imponerse al instinto y la cultura a la barbarie. Quiere ejercer, en definitiva, su libre albedrío para que su condición humana impere sobre la maldición –predestinación- de estar condenado a ser un monstruo. Junto a este tema principal, íntima y originalmente unidos, aparecen los de la inmigración, la xenofobia, la solidaridad y el amor.

Con La luna en las minas, Rosa Ribas vuelve a las tierras del Maestrazgo que tan bien conoce por haber pasado esa patria de todo escritor que son los veranos de su infancia y adolescencia en el pueblo de sus abuelos maternos, Vistabella. Como ya hiciera en El gran frío, utiliza este territorio mítico, duro y hostil, para aislar a los personajes y mostrar la dureza de un mundo rural que no es más que la metáfora de una sociedad sumida en el miedo, la superstición y la ignorancia, si en aquella presentaba a una niña con estigmas, en esta presenta a un niño estigmatizado, marcado por la violencia extrema de su padre, un hombre cruel y sanguinario que encuentra en la guerra civil española su hábitat natural para satisfacer su creciente necesidad de sangre y muerte.

Estructurada en dos planos temporales, el pasado en el que se irá desvelando el origen y la causa de la desgracia del protagonista, y el presente, progresivamente los dos momentos confluirán en una única trama que se convertirá en la huida de Joaquín hacia un final incierto, pero esperanzado. 

Rosa Ribas nos enfrenta a las contradicciones más terribles del ser humano, entre el lodo, la sangre, el viento, la nieve, el frío, el sol descubrimos que pertenecemos a la naturaleza y que algo salvaje en nuestro interior, ese Mr. Hyde, ese lobo que todos llevamos dentro, pugna no solo por hacerse visible, sino por dominar nuestras vidas, somos naturaleza, cierto, pero no tiene por qué ser salvaje, se puede y se debe domesticar. Su novela, visual e impactante, tiene tensión narrativa, un estilo ágil y además de ser entretenida, posee un aliento reflexivo y crítico muy fuerte.

ROSA RIBAS, La luna en las minas, Madrid, Siruela, 2017.






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